domingo, 2 de marzo de 2014

La chica y el caracol


Se me acercó el escorpión,
puso cara de caracol 
y confié en su color tenaz.

Me enseñó de la tierra y el mar, 
llenó de espuma mis sonrisas
y de sal los momentos insípidos.

El caracol es tosco
se cobija con cada luna llena.
Es lento, me lleva kilómetros de distancia.
Se aferró a mi espalda
nunca me vio la cara.

Esa tarde lloré tanto
que hasta los peces se ahogaron. 
El mar había crecido
y el caracol ya no era el mismo.

Su ironía me llevó a convertirme en espía,
de esos que fuman tabaco
y descifran el mundo en cada inhalación.  

Busqué su punto débil, su talón de Aquiles,
aquel que guardaba tan bien en su caparazón.
Dudo que lo tuviera.
Tanto daño solo puede salir de un escorpión. 

Dirá que lo cambié al azar,
hoy exhibe su identidad original. 
Confié en un caparazón
que cambia con la salida del sol.
Llenó de veneno cada huella que dejé en la arena. 
Y succionó de a poco mis adentros.

Hoy el escorpión dialoga
con su propia sombra
no tiene otro confidente.
Hoy la suma de los versos es nula 
porque te hiciste insignificante, caracol.

El mar ahora te respeta.
La chica de mañana aún no sabe la verdad.
No quisiera ver a otra ahogarse
en humos de falsedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario