Era la hora acordada.
Era el lugar establecido.
La ansias me comían por dentro,
y mi corazón empezaba a latir rápido, pero lento a la vez.
Él era mi última esperanza.
Ya no hay vuelta atrás.
Así que lo esperé media hora más de lo acordado.
Las circunstancias a mi alrededor paralizan mis sentidos.
La monja que pasa a los 100 metros.
La dependencia de un maldito medicamento.
La presión de callar mi sufrimiento.
Y la fría brisa que ya no siento.
Ya son las 7:00 pm y no ha llegado.
No va a llegar.
¿Como voy a cargar todo esto yo sola?
No va a llegar.
Y no fue un problema económico.
El problema fue que no tuvo el valor de pelear por mí,
y menos por el que viene en camino...
justo dentro mío.
justo dentro mío.
Ya son las 7:15, mejor empiezo a rezar de una vez.
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