Tenía el mar, tenía la arena, en una frase: elle
aime jouer les deux tableaux.
Arrugando un poco las cejas, en lo único que podía
pensar era en su funeral.
En su dulce muerte que planeaba casi a diario.
Sería en New York, después de su estreno en Broadway.
Llegó el gran día, durante el ensayo general,
lo único que hizo fue contar las tablas.
Debía asegurarse que moriría en un lugar donde todo
fuera par.
Tanto tiempo había pasado planeando su último día,
que olvidó de que huía en el escenario.
Olvido sus necesidades, olvido sus objetivos, era una
actriz diletante hacia la muerte.
Amanda acabo con su vida, mucho antes de que el telón
bajará,
y los tímidos aplausos acabaran.
Se encontraba tan muerta en vida, que su verdadera
muerte estaba okay, su falta de originalidad la llevó a agarrar un arma y...
bueno a concluir su faena.
A su funeral, pocos asistieron. Era una vergüenza.
Si la gente
tuviera claro por qué lucha, no se daría tan rápido por vencida.
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